Revolucionó la pintura en un sentido realista y tuvo influencia fundamental en numerosos artistas del siglo XVII. Fue aprendiz de Simone Peterzano de 1584 a 1588 y aprovechó también las obras de otros pintores lombardos. A mediados de 1592 se trasladó a Roma, donde no existen noticias documentales directas hasta 1599. Con otros pintores, en especial Giuseppe Cesari, llamado Caballero de Arpino, formó compañía para vender sus obras, de pequeño tamaño, con la figura sola de un muchacho representado con todo realismo, incluidas luces desde la izquierda y colores claros. «La buenaventura» (Pinacoteca Capitolina, Roma) y «Los tramposos» (Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas) suscitaron la atención del cardenal Francisco del Monte hacia 1595, quien fue su mecenas y lo alojó en su palacio hasta 1600. Gran amante de las artes, le encargó varias obras de género (Música, Metropolitan Museum of Art, Nueva York), religiosas («Santa Catalina», Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid) o mitológicas (decoración de su casino) y le proporcionó otros distinguidos clientes: el cardenal Borromeo («Cesto con frutas», Pinacoteca Ambrosiana, Milán), el banquero Costa, el marqués de Giustiniani y los cardenales Barberini y Aldobrandini. Junto a un mayor dominio espacial y más emoción dramática, hacia 1598 va oscureciendo los fondos y abandona la claridad precedente. El propio del Monte facilitó en 1599 su primer encargo de carácter público: las pinturas de San Mateo de la capilla Contarelli (San Luis de los Franceses). Aunque no estaba acostumbrado a los grandes lienzos y figuras numerosas, consiguió obras maestras que le hicieron famoso -Vocación y Martirio- por su interpretación radicalmente cristiana y de humano realismo. Siguió en 1600 otro encargo público del cardenal Cerasi para su capilla de Santa Maria del Popolo: «Vocación de San Pablo» y «Martirio de San Pedro», que confirmaron su capacidad para interpretar el hecho sagrado con insuperable emoción dramática, como situación trascendental en la vida del hombre. A inicios de 1601, los hermanos Mattei, en cuyo palacio vivió hasta 1605, se convirtieron en sus nuevos mecenas («Cena en Emaús», 1601, National Gallery, Londres; «Prendimiento de Cristo», 1602, National Gallery of Ireland, Dublín). Muy importantes continuaron siendo los encargos del gran coleccionista Giustiniani («Amor vencedor», 1601-1602, Staatliche Museen, Berlín; «Incredulidad de Santo Tomás», hacia 1602, Schloss Sanssouci, Potsdam). Hubo otros encargos para iglesias romanas: «Santo entierro» (1603-1604, Chiesa Nuova), «Virgen de los peregrinos» (1605, Sant’Agostino), «Virgen de los palafreneros» (1605-1606, Galleria Borghese, Roma), «Muerte de la Virgen» (1605-1606, Musée du Louvre, París); además consiguió encargos privados con San Juan Bautista, San Jerónimo y San Francisco como protagonistas. En mayo de 1606, el pintor mató en legítima defensa a Ranuccio Tomassoni, jefe de una banda de facinerosos. Huyó de Roma a territorios de los Colonna y fue condenado a pena de extrañamiento de los territorios pontificios durante tres años. En Nápoles (octubre de 1606 a julio de 1607) pintó «Las siete obras de misericordia» (Pio Monte della Misericordia), «Flagelación» (Museo Nazionale di Capodimonte, Nápoles) y «Crucifixión de San Andrés» para el conde de Benavente (Cleveland Museum of Art). En Malta (hasta 1608) hizo retratos del gran maestre Alof de Wignacourt (Louvre) y la gran «Degollación del Bautista» (Museo de la catedral de La Valletta), obra cumbre, de trágica desolación en la muerte del inocente. En Sicilia (hasta octubre de 1609) pintó «Entierro de Santa Lucía» para su iglesia de Siracusa, «Resurrección de Lázaro» y «Adoración de los pastores» (Museo Regionale di Messina), y «Nacimiento con San Lorenzo y San Francisco» para San Lorenzo de Palermo. Regresó a Nápoles, donde continuó pintando intensamente («Salomé con la cabeza del Bautista», Palacio Real, Madrid) hasta mayo («Martirio de Santa Úrsula», depositada en Capodimonte, para Marcantonio Doria). Había enviado un «David con la cabeza de Goliat» -obra en la que se autorretrató- al cardenal Borghese, prefecto de Gracia y Justicia, como muestra de arrepentimiento. Esperando el perdón prometido, salió de Nápoles hacia Roma, pero seguramente a causa de una disentería, murió el 18 de julio de 1610 en Porto Ercole, frontera con los Estados Pontificios.
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